La Ciudad de Arucas, en la isla de Gran Canaria, se extiende sobre las lavas volcánicas de la montaña que lleva su nombre.
La riqueza de sus tierras y la abundancia de agua propiciaron, desde la conquista, el cultivo de la caña de azúcar, que se expandió pronto y con él los ingenios azucareros. El nuevo asentamiento fue creciendo alrededor de las ermitas de San Juan y de San Sebastián, eje central de su casco histórico. A finales del siglo XIX Arucas vivió otro momento de esplendor con la llegada de nuevos cultivos, la cochinilla primero y el azúcar y plátano después. Aparecieron canteros, labrantes, herreros, carpinteros que levantaron bellos edificios con elegantes fachadas. Hoy Arucas cuenta con un gran patrimonio arquitectónico y etnográfico que podemos contemplar en sus bellos edificios y casas señoriales de finales del siglo XIX y principios del XX,  de líneas neoclásicas, academicistas y eclécticas, con un exuberante uso de la cantería local de Arucas, aunque también cuenta con interesantes ejemplos de arquitectura tradicional.

Cristina Vallejo Junco

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